Tu vida va bien. Como la de los demás. Con sus cosas.
A veces echas de menos tener pareja. O bien tu pareja te saca de tus casillas de vez en cuando.
Lo normal.
En el trabajo ni fu ni fa. Tienes un jefe gilipollas, pero quién no lo tiene. O tal vez te va muy bien. Pero en el metro, de pronto, te entran ganas de matar al señor que te estampa el periódico en la cara. O te cuesta dormir porque no te da tiempo, no te da tiempo, no hay tiempo.
La vida es así.
Ansiedad, depresión… eso son palabras mayores. No, no, tú no. Tú estás bien. Lo normal.
Y es así, estás bien. Claro que sí.
Oyes hablar de talleres, terapias, técnicas que prometen sacar tu mejor yo. Te ríes. Sal de tu zona de confort. Con lo que cuesta encontrarla, anda y que me dejen en paz.
Pero a veces… Tal vez si no tuvieras pareja, tal vez si la tuvieras, tal vez si te mudaras, tal vez si encontraras otro trabajo, tal vez si tuvieras hijos, tal vez si no los hubieras tenido, tal vez si dijeras basta, tal vez si quisieras más, tal vez si te atrevieras…
Si yo esto bien… Lo que ocurre es que los demás…
Los demás.
¿Qué hacen los demás? La mayor parte hacen lo que tú. Otros buscan y van de desengaño en desengaño. Y otros, otros resulta que van encontrando o eso creen ellos. Esos zumbados, como tu compañero que de farlopero pasó a yogui y ya ni se bebe una cerveza. O como tu cuñada que no para quieta, de un taller a otro de baile y venga a follar con todo el que se cruza y ella te dice que su coño es suyo y tú la miras y piensas: todo para ti que yo estoy bien como estoy.
Yo me conozco. Sé quién soy. Y esas cosas no van conmigo. Estoy orgulloso de la educación y los principios que me han dado. No quiero cambiar. No sé en qué me convertiré.
Cambia, cambia, cambia. Tienes que cambiar. Déjame. No quiero. Soy como soy.
Eres como eres. Y eso está bien. No es necesario cambiar. Nunca.
Sí es imprescindible crecer.
Crecer. ¿Cómo se crece? Para crecer necesitamos personas a nuestro alrededor que sean ejemplo. Necesitamos poder imitar a otros. Ver hacer a otros de una manera diferente a la nuestra. Cuantas más personas dispares y ejemplares tengamos a nuestro alrededor, mejor. Observar es una muy buena manera de aprender.
También podemos crecer teniendo ganas de ser un ejemplo para los demás. Si yo estoy bien, los demás estarán bien. No se trata de ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor con y para los demás.
Cada uno tiene su propio camino de crecimiento. El mayor problema es cuando, debido a esa resistencia inicial, a ese miedo a perdernos a nosotros mismos, nos negamos a recorrerlo.
En un mundo en el que hasta el más pintado hace un curso de kundalini yoga (perdón a los kundalineros, a los que aprecio) y se convierte automáticamente en maestro de la felicidad, la recuperación de la figura del psicólogo como persona que escucha y pone luz es imprescindible.
No es corriente dar con el psicólogo o terapeuta de tu vida a la primera. Empieza a preguntar, buscar y, sobre todo, probar. Es la única manera de encontrarlo. Hazlo por ti y por todos los demás, pero por ti primero. Y no hace falta que se lo digas a nadie. Es cosa tuya.
No tengo dinero, no tengo tiempo, no es para mi… todo eso son resistencias. Hazte un favor, no te hagas caso y, simplemente, acude a un buen psicólogo o terapeuta.
Ahora parecerá que meto una cuña publicitaria: hace poco hice posicionamiento SEO para una psicóloga que me parece una mujer maravillosa. Así que aquí dejo el enlace a su web: psicologomoncloa.es